Consejos Breves para Padres
Busquen información sobre el
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
prestando más atención a quienes tienen un sólido respaldo científico. En el campo del TDAH,
como en cualquier otro aspecto de la
vida, podrán encontrar opiniones diferentes, pero sepan diferenciar entre discusiones científicas y
aquellas que son solamente pseudo científicas.
No se conformen con un listado de problemas o
síntomas: “lados débiles”, procuren
desarrollar una perspectiva integral de su hijo, para lo cual tengan bien presentes tanto ustedes como
los profesionales sus virtudes: “lados
fuertes”. No irán lejos en el tratamiento de si no revalorizan a su hijo ante ustedes mismos.
Obtengan un Tratamiento
Multimodal. Los fármacos a veces son imprescindibles,
pero no menos necesario es aprender formas nuevas para educar al niño y que éste, desarrolle estrategias
tanto para afrontar las dificultades del
TDAH como para potenciar sus aspectos positivos.
Una parte esencial del
Tratamiento Multimodal es el Entrenamiento de
Habilidades Parentales. No se conformen con consejos del tipo:
“póngale límites”, “pase más tiempo con
su hijo”. Demande que el profesional le transmita
una metodología para cambiar la relación con su hijo en una dirección positiva, lo oriente y supervise en
esos esfuerzos.
Organicen actividades en las
que ustedes tengan una involucración positiva
con su hijo, en el entrenamiento parental se les enseñará “el tiempo especial de juego”, pero además seleccionen
actividades artísticas, recreativas,
deportivas, de hobby, etcétera que favorezcan una conexión positiva.
Pidan información concreta
sobre qué es el Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad de manera tal que piensen y sientan que ahora
“entienden” por qué su hijo se comporta como se comporta.
Colaboren intensamente con
la escuela de sus hijos, aprendan a desarrollar
programas de intervención en forma conjunta.
La educación de un niño con
TDAH puede ser una tarea difícil aunque excitante.
Los padres deben prestarse apoyo recíprocamente, ser equilibrados, justos y ejecutivos en la
resolución de problemas.
Manténganse tranquilos: no
pueden darse el lujo de perder la calma con
la misma facilidad que su hijo cambia de canal el televisor. Conozcan cuáles son las situaciones que lo perturban
más y desarrollen estrategias para
afrontarlas. La ira de los padres en vez de disuadir ciertos comportamientos tiende a potenciarlos.
Muchos padres tienden a aislarse social y familiarmente como consecuencia
de las conductas del niño. Esto se debe evitar, por ejemplo, poniendo en práctica estrategias que
faciliten al niño el desarrollo de sus habilidades sociales. Existen programas
de entrenamientos de habilidades sociales
y técnicas de modificación comportamental
para conseguir que su hijo se comporte más
apropiadamente fuera del hogar.
Los padres deben proveer a
su hijo de un ambiente estructurado con moderación
pero sin rigideces innecesarias: horarios de comida, sueño, estudio y esparcimiento deben estar ordenados
razonablemente.
Los niños con TDAH pueden
beneficiarse en extremo de la realización
de actividades físicas, éstas no lo curan, pero siempre es preferible
que haya participado de actividades
deportivas, especialmente grupales, a que
haya pasado la tarde mirando televisión. Esto en función del común déficit social que presentan muchos niños con
TDAH.
Alienten también las
actividades creativas, ligadas a todas las formas artísticas: pintura, dibujo, música,
etcétera; pero en contextos estructurados.
Ayuden a su hijo a controlar
la tendencia que tiene de querer tocarlo todo,
por ejemplo, proporciónele un objeto o juguete para manipular en
las situaciones que debe permanecer
mucho tiempo sentado (en un viaje, por ejemplo),
favorezca la presencia entre sus juguetes de equipos que el permitan manipulaciones y armados de estructuras
tridimensionales, y si su hijo, mientras
presta atención necesita manipular un objeto permítalo siempre y cuando “realmente” preste atención.
Establezcan límites
claramente delimitados: por ejemplo, si está tratando que el niño aprenda respetar una regla
específica coloque carteles recordatorios,
explíquele cuál es el comportamiento correcto, ejecútelo usted mismo como demostración y haga que lo
reproduzca: insista hasta haber moldeado
correctamente la respuesta.
Realicen una especificación
precisa y concreta de qué comportamientos
consideran aceptables y cuáles no. Confirmen que el niño conoce el desempeño que se le solicita (por ejemplo,
por el procedimiento recién descrito).
Establezcan consecuencias
positivas o negativas claramente. El niño debe
saber con exactitud cuáles serán las consecuencias de sus conductas.
Organice y supervise su
agenda: un momento y un lugar para cada cuestión.
No vacile en que esa agenda sea un inmenso letrero en la habitación del niño. Supervise y aliente su
uso.
Ayuden a su niño a
organizarse, dividiendo las tareas en partes que él pueda manejar: por ejemplo, si un niño de 7
años debe hacer una tarea tediosa que
lleva 30 minutos para ser ejecutada, puede ser apropiado dividirla en tres partes con pequeños y
breves descansos. Supervise estrechamente.
Tomen conciencia de las
capacidades reales de su hijo en cada momento y
no lo empujen más allá: suban la escalera un peldaño cada vez.